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Apuros electorales Eduardo Martínez Benavente Octubre 14, 2007.
Tendrán que ser muy creativos los candidatos y partidos políticos para cubrir el enorme vacío que va a provocar la prohibición de contratar spots con propaganda electoral para promoverse en los medios electrónicos de comunicación, pues en lo sucesivo sólo podrán aparecer brevemente en los tiempos oficiales del Estado que serán administrados por el IFE; aún en el caso de elecciones locales, y no por los consejos estatales electorales, como lo reclama el presidente consejero de San Luis Potosí, que dice analizar la posibilidad de presentar una demanda ante los tribunales porque considera que la intromisión del Instituto en la administración de los tiempos que le corresponden a nuestra entidad en radio y televisión violenta la soberanía potosina. A partir del inicio de las precampañas y hasta el día de la jornada electoral quedan a disposición del IFE 48 minutos diarios, en cada una de las estaciones de radio y televisión del país, que serán distribuidos en 2 y hasta en 3 minutos por cada hora de transmisión en horario de programación comprendido entre las 6 y las 24 horas. De estos 48 minutos, un poco más de 7 minutos estarán destinados para sus mensajes y avisos, y el resto se repartirá equitativamente entre todos los partidos políticos de acuerdo a una fórmula en la que el 30 por ciento del tiempo se lo dividen por partes iguales, y el otro 70 por ciento les toca a cada partido en proporción a los votos que obtuvieron sus diputados federales. Para nuestra buena suerte, el PAN en San Luis Potosí, así como los otros partidos que celebren elecciones internas para que de alguno de sus precandidatos surja su candidato a la gubernatura y a los otros puestos de elección popular, sólo podrán disponer en conjunto de un minuto por cada hora de transmisión en cada estación de radio y televisión. Esto quiere decir que la promoción de los precandidatos del PAN a la gubernatura del Estado, que bajo otras circunstancias sería abrumadora porque se considera que el que resulte electo será el próximo gobernador del Estado, se puede ver reducida a menos de un minuto diario dentro del tiempo que se dispone en el horario oficial, porque los 18 minutos diarios autorizados para este proceso habrá que repartirlos entre los otros precandidatos de los otros partidos, y entre todos los precandidatos para los demás puestos de elección popular, tanto federales como locales. Las trampas que seguramente se emplearán para compensar la pérdida de los espacios propagandísticos en los medios electrónicos irán desde las más obvias hasta las más ingeniosas. Se requerirá de mucha imaginación para llenar ese hoyo en una sociedad como la nuestra, de consumistas irredentos que son fácilmente manipulados por la publicidad comercial de la radio y la televisión. En un país como México, de muy pocos lectores, en el que sólo el 6 por ciento de la población obtiene información a través de la prensa escrita, es insignificante el impacto que originan los periódicos y revistas entre los más de 70 millones de electores que integran el padrón electoral. El resto de los ciudadanos, a los que les interesa estar informados, lo hacen a través de la radio y la televisión; por eso resulta dramático para muchos políticos la eliminación de la publicidad electoral electrónica que por cientos de millones de pesos contrataban sin ningún control y límite los candidatos, partidos y sus simpatizantes. No hay datos confiables en nuestra entidad para determinar el monto exacto de lo que se erogó por este concepto en las elecciones locales de julio de 2006, porque el Consejo Estatal Electoral fue incapaz de monitorear el gasto que se cubrió en este rubro, las cifras que dieron a conocer no son creíbles, pues quién no recuerda la aplastante propaganda de los candidatos panistas que tapizaron la entidad para posesionarse; y que en la mayoría de los casos se facturó a empresas mercantiles propiedad de sus simpatizantes con la ventaja de que esos gastos son deducibles de sus utilidades. Una prohibición más que aplaudiríamos la mayoría de los potosinos para evitar lo que con toda seguridad vendrá a sustituir la propaganda en la radio y televisión, sería que toda la publicidad electoral callejera, como posters, espectaculares, pintas y demás colguijes, se reduzca, como en los países democráticos del primer mundo, a módulos o kioscos diseminados estratégicamente en todo el Estado, en los que los partidos políticos fijen su publicidad. Son excepcionales los políticos que todavía llenan las plazas públicas con el poder de su convocatoria, y que durante muchos años sirvieron para medir su aceptación. Queda el Internet, en el que se puede exhibir sin mayores dificultades toda clase de propaganda, inclusive la que está expresamente prohibida por las nuevas reformas constitucionales. La proliferación de mensajes negativos difundidos de manera excesiva en la radio y la televisión, y que tanto impactaron a los electores en la pasada contienda electoral, de tal manera que fueron determinantes para que muchos de los que simpatizaban con Andrés Manuel López Obrador cambiaran sus preferencias; pueden repetirse en las siguientes elecciones; no obstante la prohibición que existe para contratar publicidad, denigrar a los partidos políticos y calumniar a las personas; utilizando a comentaristas y líderes de opinión que hagan política abierta a favor o en contra de algún candidato o partido: y nadie podrá negarles ese derecho; disfrazando la propaganda política con espacios noticiosos cada hora, en los que se cubran, exageren y exalten las actividades proselitistas de tal o cual candidato; tapando sus incidentes y defectos, o bien, criticando y disminuyendo los eventos de sus contrincantes. Todo esto a cambio de una contraprestación en dinero que no deje pistas, cubierto por el partido, el candidato o alguno de sus simpatizantes; o bien, con la promesa de que cuando esté en su reino se va a acordar del concesionario para compensarlo generosamente.
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