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¿Porqué perdió Zapata?

Cuarta parte

Eduardo Martínez Benavente

Agosto 2, 2009.

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Pesó mucho la intromisión del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto en la debacle panista. Su participación en el proceso electoral potosino del 5 de julio alcanzó dimensiones insospechables que le causaron un profundo agujero al candidato del PAN a la gubernatura del Estado, como el haber maniobrado para que el senador Eugenio Govea traicionara al panismo e invitara a sus amigos y simpatizantes a votar por el candidato del PRI, Fernando Toranzo, el que finalmente ganó la elección con el 25.19% de los votos de los electores. Un 8.24% más de los 402,442 sufragios que recibió el panista. Los alcances de Peña Nieto también tocaron a otros personajes de la vida política de San Luís, por lo que debe ser denunciado y quede así constancia de la arrogancia e inmoralidad política del priísta que incursionó en nuestra entidad con la clara intención de proyectarse como precandidato de su partido a la presidencia de la República, y amarrar compromisos y alianzas con el gobernador electo para la contienda que se avecina en el 2012. Los panistas ante tales embestidas no supieron cómo reaccionar, se paralizaron y su inoperancia se convirtió en derrota.

Siete días antes de la jornada electoral arribaron en un jet privado al aeropuerto “Ponciano Arriaga” de esta capital, los ex gobernadores Enrique Martínez y Martínez de Coahuila y Antonio González Kuri de Campeche, enviados especiales de Peña Nieto. Su misión era convencer a su ex compañero legislador Juan Ramiro Robledo para que se sumara al proyecto del doctor Toranzo y renunciara a su candidatura. Calculaban que todavía les faltaban algunos votos para ganarle con holgura al candidato del PAN y necesitaban de otro golpe espectacular como el que unas horas después daría Eugenio Govea para hundir a Alejandro Zapata. Le ofrecieron al candidato “Por el Bien de San Luís” que de aceptar la proposición se integraría al gobierno de Toranzo como secretario general de gobierno o que ocuparía cualquier otro cargo o comisión que eligiera, además de una compensación económica por su ayuda. Rechazó la propuesta y les aseguró que su compromiso con la izquierda era inquebrantable y que bajo ningún motivo renunciaría. Poco antes de que esto ocurriera, la dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes, ya había intentado persuadirlo para que se retirara y apoyara a Toranzo. En esta ocasión lo visitó otro de sus ex colegas senadores, Fernando Palomino Topete, delegado del PRI en el estado de México. Su respuesta fue la misma: ¡No!

Fue injusto el resultado electoral que obtuvo Juan Ramiro Robledo. El trabajo que realizó y el número de personas que asistieron a muchos de sus eventos no se reflejaron en las cifras que se le reconocieron. Propios y extraños coinciden en que era el candidato con más oficio y mejor preparado de los tres para gobernar el Estado. Sus propuestas fueron las más sustanciosas, como la de establecer en la Constitución el orden de preferencia del destino del gasto público o la regionalización del gobierno a través de los municipios, entre muchas otras. Ubicar la desigualdad social como el problema más grave que afronta el país y exhortar a los empresarios a que paguen salarios más justos a sus trabajadores fueron pronunciamientos que no les gustaron a los dueños del dinero. Lidiar con los integrantes de los partidos que lo postularon durante todos estos meses y reportar un saldo blanco sin incidentes requiere de la presencia de un gran político. En ninguna otra elección se había dado un voto diferenciado tan absurdo como los que registraron los candidatos de la izquierda. Los cuatro partidos que apoyaron a Juan Ramiro le sumaron un poco más de 82 mil votos, mientras que los candidatos de estos mismos partidos a las presidencias municipales y a las diputaciones locales alcanzaron 168 mil y 153 mil votos, respectivamente. El fenómeno anterior puede tener las siguientes explicaciones: que en algunos electores con un nivel de educación medio alto se haya dado el “voto útil”. A muchos nos queda claro que la intención de muchos ciudadanos era castigar al PAN, y aunque pudieran simpatizar con el candidato de la cuádruple alianza querían que su voto no se perdiera y se decidieron por Toranzo. Otros, la mayoría, vendieron su voto a cualquiera de los candidatos que parecían contar con recursos ilimitados para comprárselos. Unos más lo traicionaron como fue el caso de algunos candidatos a diputados y presidentes municipales del PRD, Convergencia, PT y Conciencia que abiertamente invitaban a sus seguidores a votar por Zapata o por Toranzo.

Es cierto que Juan Ramiro no puede reclamar nada para sí en esta contienda electoral, pero si impugnar la elección de gobernador como ya lo está haciendo, porque la equidad democrática se perdió y es causa suficiente para que los tribunales declaren la invalidez de todo el proceso. Denunció que el Consejo Estatal Electoral no hizo nada para evitar que el gobernador del Estado siguiera publicitando sus actos de gobierno. El derroche de propaganda de los candidatos del PRI y PAN fue ofensivo y excesivo. Sólo los 200,000 pendones que sembró Zapata en todo el territorio potosino tuvieron un costo superior a 14 millones de pesos. Que el CEE debió vigilar permanentemente las actividades de los partidos políticos, y no lo hizo. Que su Comisión Fiscalizadora nunca llevó a cabo una diligencia tendiente a comprobar que los partidos respetaran los límites máximos de gastos fijados por la autoridad. Solicitó que se abra el secreto bancario para revisar los estados de cuenta de los candidatos y de los que les manejaron el dinero. Nunca vigiló el origen y uso de los recursos que se gastaron. No impidió la publicidad político electoral disfrazada de noticias. En el monitoreo a los medios de comunicación que dio a conocer el CEE en el mes de abril se advierte por ejemplo, que el 100% del tiempo y notas del canal 11 de TV Azteca y En Contacto 750 AM fue para Alejandro Zapata. Toranzo no se quedó atrás en otros espacios.

 

 

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Lista obtenida a través de solicitudes de información

 

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